lunes, 13 de abril de 2009

Yo me afeitaba con Don Fedeguico




Cuando uno se va de vacaciones, aunque sea de semana santa laica huyendo de tambores y lazos, puede albergar dos esperanzas contrapuestas: una, encontrar todo en su sitio sin que nada haya cambiado, que es propiedad del mortal encantado de haberse conocido y otra, el atrapado entre los tiempos presente y futuro sin esperanza alguna en ninguno de los dos y que anhela encontrarse todo trastocado porque como dicen los gilipollas las crisis hay que verlas como una oportunidad con crisis de gobierno, rebotes de bolsa aunque sea con apalancamientos, quejas patrias a la Cuatro, la filtración de una carta del PP pidiendo la retirada masiva de fondos de la CCM o el agua del trasvase transformada en vino, en fin, cualquier cosa que nos demuestre que el tiempo no ha sido confinado a un agujero negro o a alguna cárcel del pueblo.

Y ha ocurrido. Mi rutina matinal va a sufrir una profunda transformación porque yo cada mañana me afeitaba escuchando a Don Fedeguico en la COPE. Mi perra, que suele ser muy ortodoxa en cuanto a doctrina, no lo entiende y censura este ejercicio de masoquismo de comenzar el día a bocados, con reflujos gástricos de mala leche y con el libro santo del Apocalipsis debajo el brazo.

Esta perra – que me ha demostrado ser una inútil por no saber distinguir una llave fija del 8 de un destornillador de estrella en estos días de asueto santificados al bricolage rural- gruñía de forma sorda cuando sin temblarme el pulso me afeitaba escuchando al ínclito Fedeguico hasta acabar ladrando con el pelo erizado a lo punki cuando el aprendiz de talibán disertaba sobre las excelencias del ácido bórico o se airaba con el maricomplejines.

Mis vecinos saben que oigo la COPE por las mañanas por el escándalo que se forma en el cuarto de baño, al colarse por el patio de luces una extraña mezcla de humorada y ladridos nerviosos porque a mí Don Fedeguico me hacía gracia y me servía de rito iniciático diario en plan espartano, como si de nadar en aguas heladas se tratara, para templar el ánimo y progresar en el necesario autocontrol de los humores malignos.


Aunque esta perra se crea muy lista y hoy esté especialmente alborotada por el destierro rural al que le he sometido censurándole televisión, radio, prensa y ordenador -que sólo me ha faltado ponerle un mono naranja para que se creyera en Guantánamo- a veces hay que explicarle algunas rarezas de la naturaleza humana.

Yo le explico que al igual que toda Corte que se precie ya sea monárquica o republicana requiere un bufón diestro, ingenioso e irreverente, los seres humanos y humanas, necesitan como maná divino que periódicamente les repitan las mismas cosas que ya saben, escuchen sólo lo que quieran oír y lean solo a sus pares en los párrafos previamente subrayados.

La Ayla amotina el hocico en señal de desacuerdo al tener a nuestra inteligencia en un concepto más alto y como dialécticamente se ve fuerte, me argumenta que si así fuera seguiríamos con la visión cosmológica de Ptolomeo, navegando por océanos planos o viviendo en cavernas aunque fueran unifamiliares.

Pacientemente le explicó que no se desespere que los seres que se dedican a este vano y estéril ejercicio de pensamiento circular son los menos, en el caso de Don Fedeguico, un millón y medio de ciudadanos y ciudadanas, y que no hay que descartar que haya alguno que como un servidor lo use con propósitos medicinales.

La duda que me corroe ahora que ya no me puedo afeitar con don Fedeguico en la COPE, es qué voy a utilizar como sustituto. Por lo pronto me he dejado barba porque no encuentro fuerza de ánimo en este vacío que me ha quedado.

A ver si pronto me le fichan en otra emisora aunque me temo que ya no va a ser lo mismo porque no tengo radio digital y cambiaba a la Ser sólo con un ligero movimiento de uña. Si me lo mandan muy lejos del dial, no sé si con los dedos embadurnados de espuma voy a ser capaz de estar dándole vueltas a la ruedecica hasta sintonizarle.

En fin, como de todo hay que extraer consecuencias positivas, por ahora están encantados mis vecinos y vecinas de patio, la perra duerme plácida hasta bien entrada la mañana y yo ahorro en cremas y cuchillas.

4 comentarios:

  1. Si escucharas a Cesar Vidal, por la noche, sabrias algo mas, No obstante, a las 6 de la mañana de nuevo lo encontrarás y posiblemente tambien de la explicacion de que pasa, si se va o si se queda

    Yo de todos modos no se que pensar, pero no creo que deba irse, y los de arriba no se lo deberian plantear, por mas presiones que reciban, por que si somos libres, hay que demostrarlo, y no solo decirlo, que aqui presumimos mucho, pero sinceramente, muchas veces dudo, que los de arriba sepan bien lo que llevan entre manos, y recuerden que estamos muchos comiendo del mismo plato, o si no es del mismo plato, si del mismo guiso.

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  2. Como soy un clásico no creo que el periodista tenga que ser la noticia después de haber escuchado esta mañana a Don Fedeguico.
    Solo deseo que todos los periodistos y periodistas de España puedan explicar su situación laboral a través de los medios en los que trabajan.
    Don Fedeguico sigue encantado de haberse conocido

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  4. Que, con la que está cayendo, poder ahorrar en cremas y cuchillas no es tontería ninguna. Palabra de parado: yo ya he rebajado mi siempre irregular frecuencia de afeitado, que los cabritos de los fabricantes sacan hojas cada vez más caras. Ahora con una vez cada 7 días va siendo suficiente.

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