domingo, 10 de mayo de 2009

Suspiros comunitarios


La pendenciera de Ayla me provocaba el otro día para que criticara las declaraciones de Doña Espe, pidiendo a los ciudadanos que aprovechen las elecciones europeas para emitir un voto de castigo a Zapatero.


Como ustedes ya la van conociendo, que por sus venas, van matrimoniadas la chulería del foro con la bonhomía manchega, primó lo castizo y me espetó que “qué tenían que ver los cojones pa comer trigo” y que eso debía ser una maniobra de distracción para que dejemos de escudriñar en el fondo de armario del señor Camps.


Tras la preceptiva colleja correctora por malhablada, yo le explico que eso no es más que un pecadillo venial, porque Doña Rosa Diez también se ha apuntado al hurto del debate, Convergencia i Unio, ve la oportunidad para castigar al tripartito y allende de nuestras fronteras, quien más o quien menos desde estonios a chipriotas, aprovechan las elecciones europeas, para mojarle la oreja al partido en el gobierno respectivo.


En el pecado llevan la penitencia me advierte el chucho, porque luego se alarman de la alta abstención entre los 375 millones de europeos que tienen derecho a voto y que de confirmarse las predicciones, no llegará la participación ni al 50%, excepto en Bélgica, Luxemburgo y Grecia donde el voto es obligatorio y eso es trampa.


Ayla asiste atónita al espectáculo y como es proclive a las paradojas porque le permiten unos suspiros profundos con los que se queda muy ancha me subraya que los únicos que se toman en serio las elecciones europeas son los partidos euroescépticos, aunque sea a costa de querer hundir el invento de Adenauer, Monet, Schuman y Gaspieri y volver así a las cómodas y aburguesadas realidades nacionales.


Relaja, relaja –le recomiendo- porque estas cuestiones te sobrepasan por muy lista que te creas y ofendida sale de la habitación ante mi sorpresa por esa retirada tan pronta.


Minutos después de escucharla trastear por cajones y archivos me trae ufana en la boca su Pet Passport de la Unión Europea, que la acredita como bicho comunitario con derechos en toda la UE incluido el espacio Sghegen.


A lo mejor la única excepción -me dice mi perra un tanto mosqueada por poner entredicho sus derechos comunitarios y que vuelve a la carga- es Italia, porque Berlusconi, con la inclusión de modelos y lindas señoritas en sus listas la Parlamento Europeo, il Cavaliere sí ha logrado centrar el debate en su país.

Mientras los conservadores británicos le ponen las pilas a Gordon Brown por se ha pasado en la factura del Fairy; los franceses especulan con el embarazo de la candidata europea, de Sarkozy, de la que no se conoce varón, y a los populares españoles, los resultados del 7 de junio les sirve tanto para un roto como para un descosido: desde una moción de censura a Zapatero en el Congreso como para la dimisión del presidente del Gobierno Balear, una conclusión a la que ha llegado sin ayuda de nadie ese caballero legionario y dechado de virtudes parlamentarias llamado Vicente Martínez Pujalte.

Ayla diagnostica la falta de interés de las elecciones europeas en que no tiene formato para la emoción porque no tiene noche electoral ni buffet, porque no hay Dios que aguante un proceso electoral de cuatro días, porque unos puedan votar con 18, otros, con 21 y otros con 23 y eso no es serio, porque no hay nominaciones como en Gran Hermano, ni careos como en Supervivientes, porque no hay nadie a quien insultar como en la Noria y eso lo vuelve todo muy aburrido, porque sus señorías tan pronto están en Bruselas como en Estrasburgo, y así no hay forma de pillarles en un renuncio, y son en el fondo unos insolidarios, al dejar todo el esfuerzo por dar color, vida y sabor al señor Berlusconi y así no se puede.

A mi el discurso tan trivial de mi perra me enerva, porque le explico que el futuro parlamento europeo, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, va a tener una influencia determinante y desconocida hasta ahora en la Unión Europea y que las directivas comunitarias condicionan más del 50% de las legislaciones nacionales, y si no que se acuerde de la propuesta de la Comisión Europea de ampliación de la jornada laboral a 65 horas y que fue finalmente rechazada por el Parlamento Europeo.

Ayla vuelve a sus paradojas para poder suspirar profundamente diciendo que entonces debe haber un contubernio judeo-masónico como los de antaño y de carácter universal por los esfuerzos de algunos partidos políticos para que 375 millones de europeos y europeas no se enteren de nada y que cómo decía La Bombi, que debe estar ya jubilá: “porque será”.

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